‘Nickel Boys’, ‘La infiltrada’

DAVID TOVILLA

La temporada de premios anuales para el cine concluyó el 2 de marzo con la ceremonia de los Óscar.

Anora, una película de autor, fue destacada por encima de grandes producciones. Como se apuntó antes, se trata de uno de los mejores hallazgos en los planteamientos cinematográficos entre 2024 y principios de 2025.

La película dedica atisbos a diversos temas: comportamientos generacionales, estereotipos, educación sentimental (y su ausencia), la practicidad que se impone sobre la racionalidad y la previsión de consecuencias, y las formaciones que la vida proporciona y que inciden en la toma de decisiones.

Es una tragicomedia que se sostiene, en gran medida, en el desenvolvimiento de Mikey Madison. El Óscar a mejor actriz es merecido: la credibilidad del personaje es tal que, por momentos, cuesta concebir que sea una intérprete quien está en pantalla.

Lo mismo ocurre con Adrien Brody, a quien poco podía disputársele el logro por su encarnación de un arquitecto judío que escapa del Holocausto hacia Estados Unidos en El brutalista. Es capaz de inocular emociones en el espectador: empatía ante la adversidad, conmiseración cuando enfrenta adicciones, indignación ante la agresión y admiración cuando se revelan las motivaciones de su persistencia.

En cuanto a mejor película extranjera, la Academia estadounidense se apegó a su tradición de apartarse de lo que genera polémica por encima de los criterios cinematográficos. Para no comprometerse con Emilia Pérez, resultó fácil acudir a una muy buena película brasileña, Aún estoy aquí, que se encontraba como segunda alternativa.

Hollywood fue congruente con su pusilanimidad, en lugar de tomar valor, coincidir con la evaluación global positiva que antecedía y defender la subversión creativa. La cinta de Jacques Audiard triunfó en las principales competencias internacionales. Así, Emilia Pérez es el mejor filme en lengua no inglesa para el mundo, excepto Estados Unidos. Ese lugar nada ni nadie se lo quita, y menos si la exclusión se funda en animadversiones e intereses extracinematográficos.

Por fortuna, la Academia norteamericana no se negó ante el triunfo avasallador de Zoe Saldaña como mejor actriz de reparto en Emilia Pérez. Tampoco dejó de reconocer uno de los puntos fuertes de la cinta: sus canciones; premió “El mal” como mejor canción original.

Por cierto, hay un trabajo de interés incluido en la decena de propuestas a mejor película: Los chicos de la Nickel (Nickel Boys). Poco se ha dicho de ella. El ruido hacia otra cinta es casi proporcional al silencio que pesa sobre esta. Tal vez porque, cuando un producto se aparta de lo rutinario y de la comodidad para decodificarlo, se le descalifica en unos casos y se le silencia en otros.

    Aquí, lo más atractivo es la apuesta del director, RaMell Ross, por colocar la cámara en la perspectiva del protagonista. Es decir: cuando hay un parlamento, lo habitual es encuadrar a quien habla y registrar sus gestos; la diferencia es que, al situarse en el punto de vista del emisor, las tomas muestran al interlocutor y las reacciones que provoca en él. A ello se suma la inclusión, en apariencia aleatoria, de viñetas provenientes de diversos referentes culturales. Algo distinto que merece conocerse.

Otro largometraje que llama la atención es La infiltrada, ganadora —junto con El 47— del premio a mejor película en los Premios Goya de este año. La cinta, dirigida por Arantxa Echevarría, recrea un caso real de infiltración policíaca en la banda terrorista ETA, cuyo resultado fue la desarticulación del comando Donostia.

No hace falta mayor contexto para asimilar la alusión histórica: su excelente construcción absorbe. Mantiene un ritmo adecuado para asir todos los elementos: conocer a los personajes, caminar con ellos y acompañarlos en su derrotero, incluso con palpitación.

Semejante a lo que ocurre con Anora, el desempeño de Carolina Yuste como protagonista es crucial para el éxito de La infiltrada. Es un papel exigente que requiere proyectar temple, capacidad de control y, a la vez, coraje y animadversión hacia el enemigo. Como Mikey Madison, Yuste se llevó el Goya a Mejor Actriz Protagonista. Ambas han ganado más que un premio: han colocado un peldaño decisivo en su carrera y, si se lo proponen, serán el relevo generacional del cine.

Nickel Boys y La infiltrada son dos películas impulsadas hacia su exposición mundial por la temporada de premios cinematográficos de 2025.