DAVID TOVILLA
El miércoles 22 de octubre, Spotify lanzó el álbum Anniversary de Shakira, integrado por cinco canciones para conmemorar los veinte años de Fijación oral y los treinta de Pies descalzos.
Son melodías clásicas de su repertorio que, con un acompañamiento musical renovado, se elevan hacia un nuevo resultado sonoro.
El escucha queda atrapado en esa atmósfera renovada. Son ejecuciones frescas, congruentes con el relanzamiento de una carrera que Shakira ha sabido encaminar: antes fue el éxito, ahora es la consolidación como espectáculo y esencia musical.
Esto puede percibirse, en especial, en dos piezas: Antología y La pared.
Antología, en su versión de 1996, es un himno. La voz femenina comienza con tersura, como declaración de un amor. Esa suavidad se enlaza con frases poderosas: «Para amarte, necesito una razón. Y es difícil creer que no exista una más que este amor. Sobra tanto dentro de este corazón».
La canción crece. La interpretación adquiere un tono declarativo con giros vocales elevados, dosificados, propios de la colombiana. Recorre un inventario de hallazgos en cadena de metáforas: «Y aprendí a quitarle al tiempo los segundos. Tú me hiciste ver el cielo aún más profundo… Desarrollaste mi sentido del olfato… Y descubrí lo que significa una rosa… Y a reemplazar palabras por miradas».
En lo musical, es de esas piezas que, con los primeros acordes, se reconocen de inmediato. No hay modo de equivocarse: basta escucharlos para empezar a tararear o acompañar el canto si se sabe la letra.
La guitarra abre con notas que se suceden como un goteo de agua clara, sosteniendo de principio a fin la voz que las atraviesa. Se suma un acompañamiento selecto de teclados y bajo, y hacia la mitad entra una percusión ligera que modifica el pulso. Todo está dispuesto para que la voz brille siempre.
En la versión de 2025, Antología pasa de letanía a confesión cercana. Su ritmo contiene la exhalación y la transforma en intimidad. Es un susurro: una emoción que se dice desde adentro.
Se sostiene también en la guitarra, pero desde el inicio hay más pulso. La sonoridad se acentúa para distanciarse de la soledad de la versión original, no en pugna con ella, sino como actualización hacia un canto gozoso: más amor, menos angustia.
En el caso de La pared, la melodía pasa de un pop puro a una transformación profunda al incorporar un ensamble de cuerdas con más de una docena de músicos.
En el lanzamiento de 2005, la batería marcaba el tiempo y los silencios se llenaban con teclado. En 2025, el respaldo orquestal abre una dimensión acústica extraordinaria: las pausas de la voz se convierten en un diálogo, casi en una respuesta de los violines a su voz. Incluso al concluir la canción, permanece en la memoria esa cadencia orquestal que prolonga la emoción más allá del final.
Anniversary reafirma la capacidad de Shakira para moverse entre el éxito masivo y la delicadeza del oficio musical, con un énfasis en la esencia artística como guía.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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