Donde la vida se nombra con Almudena Grandes y Annie Ernaux

DAVID TOVILLA

Mirar los detalles. Detenerse en lo mínimo. Dar sentido a gestos, objetos y expresiones: tarea del creador. Tomar apuntes en la calle devuelve el contacto con lo tangible. Recorrer un lugar y convertirlo en literatura es natural cuando la sensibilidad social se encuentra con el talento narrativo.

Pocos lugares concentran tanta diversidad para encontrar la hebra de un texto como el mercado y el supermercado. Entre productos, enseres y oficios, esos ámbitos devuelven, como espejo, las relaciones sociales que los rodean.

Dos escritoras lo confirman: la vida se nombra en lo cotidiano. Almudena Grandes, con Mercado de Barceló (2003), y Annie Ernaux, con Mira las luces, amor mío (2014; ed. esp. 2021), recorren mercado y supermercado para mostrar que esos espacios, tejidos de gestos y objetos, concentran el universo humano.

Libros que enseñan la acuciosidad del mirar. Que recuerdan que lo rutinario —por inercia— puede volverse hallazgo cuando alguien observa, lee, interpreta y sabe contarlo a otros.

Tal como ellas lo afirman. Almudena Grandes escribe:

 «Escribir es, sobre todo, mirar el mundo, pero el resultado no depende sólo del paisaje. También cuenta la mirada. Un buen día, o uno francamente malo, nuestros ojos pueden descubrir una realidad diferente entre las paredes de la casa familiar, en las calles de la ciudad donde hemos nacido y vivido siempre, en los rostros de las personas con las que nos cruzamos todas las mañanas, a la misma hora, en la misma esquina. Cuando esto ocurre, no somos capaces de identificar enseguida cuál es el factor que ha determinado esa metamorfosis radical, la transformación más inesperada, un desconcierto que se vuelve absoluto porque ha acertado a nacer del pequeño corazón de lo cotidiano, del hueco de nuestro propio cuerpo, de los perfiles de nuestra propia sombra.»

En Mercado de Barceló, situado en España, el libro reúne las piezas que Almudena Grandes escribió durante un año para El País. Nacieron con un destinatario preciso. De ahí que, aun con vocación literaria, dialoguen de forma puntual con su tiempo: asoman ecos de la política española de comienzos de siglo. Pero lo mejor ocurre cuando el detalle vence a la coyuntura: esas páginas quedan como aprendizaje de crónica de lo cotidiano.

Grandes habla de lo que se respira al amanecer cuando se va al mercado; del admirable maquillaje de la pescadera; de las conversaciones discretas de las señoras sobre un guapo dependiente; de los precios de las verduras, un platillo, una bebida. Es enorme la dimensión de la añorada autora, fallecida en 2021.

Por su parte, Annie Ernaux apunta: «Cada vez que dejo de registrar el presente, tengo la impresión de retirarme del movimiento del mundo, de renunciar a decir no solo mi época sino a verla. Porque ver para escribir, es ver de otra manera. Es distinguir objetos, individuos, mecanismos y otorgarles valor de existencia».

Fiel a su proyecto, la Premio Nobel de Literatura 2022 trabaja desde una memoria íntima: una indagación personal que convierte lo cotidiano en autobiografía crítica. El propio título —Mira las luces, amor mío— nace de un instante mínimo: una madre, al empujar el carrito, susurra a su niña subida en él que mire las luces, dentro del supermercado.

Su aproximación toma otro registro, más clínico sobre lo cotidiano: «En los pasillos, las personas eran presencias con las que nos cruzábamos y a las que apenas veíamos. En las cajas es donde se individualizan. El paso por caja constituye el momento más cargado de tensiones e irritaciones.»

Hay hallazgos memorables: rescata y copia una lista ajena encontrada en un carrito, la pone frente a la suya y saca una proporción elocuente: el supermercado «contiene alrededor de 50,000 referencias alimenticias. Considerando que utilizo alrededor de 100, quedan 49,900 que desconozco.»

Ambos libros abren la puerta a esas vivencias donde la vida se nombra. Dos libros que enseñan a mirar lo cotidiano. Aunque el ejemplar en papel puede ser difícil de conseguir, las versiones digitales los mantienen al alcance: no hay razón para perderse estas lecturas.