DAVID SANTIAGO TOVILLA
Fotografías: Cottonbro studio
¿Pueden los talibanes hacer lo que les plazca en su territorio y el mundo habituarse? No. Cada acción debe, al menos, señalarse: no hay que normalizar la infamia.
Mayo de 2025 será recordado por una nueva medida del régimen contra la población afgana. El portal Khaama Press difundió la nueva prohibición: «El Ministerio de Promoción de la Virtud y Prevención del Vicio ha tomado nuevas medidas disolviendo la Federación Afgana de Ajedrez, declarando el juego "haram" (prohibido) según su interpretación de la ley islámica».
La conculcación de libertades es sistemática y progresiva desde el regreso de los talibanes al poder, hace cuatro años.
El recuento de restricciones impuestas a la población afgana es alarmante:
En agosto de 2023, en este espacio se comentó la ofensiva contra la música: prohibida en espacios públicos y medios, con instrumentos confiscados que alimentaron enormes hogueras “purificadoras”.
Los afganos no tienen acceso a películas extranjeras. Películas, series y videos destinados a la televisión pasan por una censura estricta para evitar mujeres sin velo y cualquier “influencia” occidental.
A los artistas se les prohíbe toda representación figurativa de seres humanos o animales; las pinturas murales fueron eliminadas.
A las mujeres se les veta la educación secundaria y universitaria. Tampoco pueden participar en actividades artísticas públicas.
El teatro está proscrito tal como se conoce en el mundo libre: se considera contrario al islam, sobre todo si actúan mujeres, hay representación de figuras humanas o contacto físico entre actores. Las salas de Kabul fueron clausuradas y reconvertidas en oficinas gubernamentales o auditorios de uso religioso.
Ahora la ofensiva alcanza una actividad que es deporte y ejercicio intelectual: el ajedrez.
Prohibir el ajedrez trasciende el fanatismo religioso: vulnera la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
La medida atropella, entre otros, estos derechos: la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión (DUDH y PIDCP, art. 18); la libertad de expresión y el acceso a la información (art. 19); el derecho a la educación y al desarrollo/vida cultural (DUDH, arts. 26 y 27; PIDCP, art. 27); y el derecho a participar en la vida cultural (art. 27).
¿Por qué los proyectos que buscan la uniformidad y el pensamiento único arremeten contra el ajedrez? Porque está asociado al pensamiento crítico, la estrategia, la convivencia y el encuentro intergeneracional.
Los afganos suman así otro golpe a la integridad de su vida cotidiana. Lamentable.
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